martes, 12 de junio de 2007

POEMA DEL OCASO


POEMA DEL OCASO

Al sol esta mañana le dolía
seguir su curso en busca de la noche,
dijo:
vivir es mísero derroche
de luz, calor, de tiempo, de energía.

Que de la luna su desnudez amaba
y el blanco de su cuerpo, me decía,
era en el cielo lo que más valía
y el motivo que su vida atormentaba.

Mas, juró que aunque el tiempo pasaría,
la suerte de su vida estaría atada
cual mágica y terrible profecía
a correr sin descanso tras su amada.

Volvió a ponerse el sol en su porfía
y así llegó la noche placentera,
y en las aguas, divina tal cual era
se vio la luna rutilante y fría.

Rodearse por estrellas prefería,
saberse de entre todas la primera,
y el sol,
que sufra mucho, que se muera,
dijo altanera al tiempo que reía.

Pena sentí del sol, ¡cuánto sufría
por aquella tan cruel y despiadada,
y así anduvo mi mente desvariada
entre manojos de melancolía.

Tras el ruido de un ave que partía
volví a encontrar intacta la conciencia,
y vi entonces el rostro de la ausencia
que al pensar en mi amada aparecía.

Me puse en marcha y junto a mí traía
muy triste y muy cansada la esperanza,
y en los brazos del sol seguí mi andanza
como quiere y ordena el alma mía.

Yo aún voy por ti, mujer, mas tengo miedo
que amanezca sin sol y que ese día
me oigas decir adiós, ya más no puedo,
aunque te esté queriendo todavía.

TADEO

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