sábado, 3 de mayo de 2014

DORMIDA

 
DORMIDA
 
Sin saber de la sangre que en mi delirio bulle
te has quedado dormida, como dando al olvido
el temblor de mis manos alzándote el vestido
y toda la insistencia que en ruegos se diluye.
 
Tu cuerpo delirante me niega, me destruye
me invita y me rechaza, y el fruto perseguido
con su aroma gigante, en ti desvanecido,
se complace en el sueño, y al sueño contribuye.
 
Tan dulce se me antoja, tu mágica inocencia
que despertarte duele lo mismo que un ultraje
así que me controlo, y luego, mi turgencia
 
se va desvaneciendo en manso aterrizaje.
Me duermo, y sólo entonces, en esa transparencia
te encuentro predispuesta al sexo más salvaje.
 
TADEO