CONTEMPLÉ SIN
PUDOR SU SANTA HERIDA
Contemplé sin
pudor su santa herida
y el áspid
que me salva y que me lleva
me empujó a
rellenar con savia nueva
un cuerpo ya
sin sueños y sin vida.
Un Adán, un
Edén, una fingida
historia
virginal que el alma eleva,
me llevó a
devorar confiando en Eva,
la fruta en
sus ardores renacida.
El resto de
la historia es bien sabida:
culpables nos
hallaron esos dioses
que vieron el
demonio en la mordida
que me diste
y te di cuando entre roces
gemidos se
tornaron nuestras voces
y el cuerpo
un paraíso a su medida.
TADEO
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