ROSALES
Esa
mano imprudente que se obstina
en
librar a la flor del manto frío
y
ciega en su amoroso desvarío
no
sabe, no sospecha, no imagina.
Esos
dedos de piel rosada y fina,
sus
yemas en las islas del rocío
evitan
el dolor y el extravío
saltándose
el peligro mina a mina.
La
vida es como un tallo largo, impío,
comienza
en algo hermoso y se termina
poblando
de raíces lo sombrío.
Al joven
la belleza lo domina
y
nunca alcanza a ver, con tanto brío,
que hiere
más la rosa que la espina.
TADEO
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