No
quiero yo al amor poner un precio
o un
nombre que ilumine su sentido,
es
lanzarme al abismo, decidido,
sin
redes que me salven, sin trapecio.
Transforma
al hombre sabio en hombre necio
y aquél,
por los amores encendido,
si
vaga por la vida mal herido
la
muerte le concede su desprecio.
La
flecha cruza el pecho en estampida
avanza
como el rayo y poco a poco
consigue
convertirme en un suicida.
Y si
Dios no lo impide, yo tampoco
encuentro
otro destino en esta vida
que
amarte como un niño, como un loco.
TADEO
No hay comentarios:
Publicar un comentario