INVIERNO
A dónde el sol con alas de altos vuelos
se marcha cual lebrel en luna nueva,
llevando sus hogueras a qué cueva
a qué tierras lejanas, a qué cielos.
Qué rayo se ha torcido en sus anhelos
que al girar a sus órbitas subleva
y lloran, viva lágrima longeva,
en copos y carámbanos los hielos.
Inmóviles, los témpanos dormidos,
como sueños carentes de relieve,
ciegos, sordos y mudos los sonidos.
El disco de oro tibio no se atreve
a borrar tanto blanco en los sentidos
ni las huellas de Dios sobre la nieve.
TADEO
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