CUERDOS
RECUERDOS
La
corona de espinas del vigía,
los
clavos en la cruz de mi tormento,
las
tardes de anidar sobre el convento,
el
fuego sobre el cirio que moría.
El
ojo que invisible nos espía,
toro
sentado en la mitad del viento,
el
cómplice del mal que va sediento
del
altar a la oscura sacristía.
El
tiempo mis recuerdos los coloca
en fila, cual celestes estaciones
tocadas por un tren que muerte invoca.
En las noches de ayuno y oraciones
la mente vuela al cielo y nos provoca
locuras más de Dios que las razones.
TADEO
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