LAS FLORES DE LA SUERTE
Es propio de la flor abrirse al sueño
de aquel que enamorado la deshoja,
romperla, mutilarla se le antoja
tratando, del amor, sentirse dueño.
Con sus manos nerviosas el pequeño
milagro de los dioses desaloja,
y el pétalo final, si no lo enoja,
le devuelve un semblante más risueño.
La suerte, patrimonio de las flores,
consiste en presidir la recurrida
tortura del que mísero en amores
se ensaña con la pobre mal nacida,
y cuando se han calmado sus dolores,
el cuerpo de la flor ya está sin vida.
TADEO
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