lunes, 28 de mayo de 2007

EL CIEGO


EL CIEGO

Cegado por la luz de una belleza
que lanza sobre el mundo lumbre y fuego,
tropiezo de repente con un ciego
golpeando sin querer en su cabeza.

Confuso y enmendando mi torpeza
al invidente asisto, y es mi ruego
que me perdone, y presto me restriego
los ojos con pueril delicadeza.

Aquel ha detectado su perfume
y dice que es de rosas y el champú
de avena, y que en el aire se consume

su aroma de hembra en celo, y el menú
de olores proporciona quien presume
diciendo: ¡el que está ciego aquí eres tú!

TADEO

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