lunes, 2 de abril de 2007

TRAICIONERA



TRAICIONERA

Huele a muerte mi piel, a llanto huele
la luz de mi aposento solitario,
dispuesto el testamento y el sudario
allí donde morir apenas duele.

No existe más un Dios que por mí vele
ni un pobre Satanás, por el contrario,
soy, del fallido amor, un emisario
buscando que la muerte lo consuele.

Moriré sin dolor y en cuanto muera,
apenas un genido, un parpadeo,
el llanto de una falsa plañidera.

El ave de la vida, en su aleteo,
escapó de mi pecho, traicionera,
del brazo de la diosa del deseo.

TADEO

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