
SIRENA
Las huellas de mis pasos en la arena
van a morir al mar, y donde brilla
el cetro de los dioses, se arrodilla
pidiendo compasión una sirena.
El peso del azul es su condena,
y mi ligero andar, la maravilla
que riego indiferente por la orilla
sin ver el coletazo de su pena.
Más tarde, en la corriente sumergido,
apenas disimulo la sorpresa
de ver que en un gran pez me he convertido.
Y luego, me detengo a ver, traviesa,
corriendo por la playa y sin vestido,
el cuerpo escultural de una princesa.
TADEO
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