MISTERIOSA
El rostro que hasta ayer fue de la rosa
acaricia mi rostro, y su sonrisa
se vuelve arquitectura de la brisa
y su voz, como el fuego, temblorosa.
Un cuerpo mitad miedo, mitad diosa,
alumbra en su desdén, y sin más prisa
que ver, en mi interior, por dónde pisa,
de mente, se desnuda misteriosa.
Pendiente de tener su luz a tiro,
mi sombra como un arma se bloquea
en un puño de amor, en un suspiro.
El santo corazón no forcejea,
se marcha, espiritual, a su retiro
y triunfa en mí ese mal que la desea.
TADEO
El rostro que hasta ayer fue de la rosa
acaricia mi rostro, y su sonrisa
se vuelve arquitectura de la brisa
y su voz, como el fuego, temblorosa.
Un cuerpo mitad miedo, mitad diosa,
alumbra en su desdén, y sin más prisa
que ver, en mi interior, por dónde pisa,
de mente, se desnuda misteriosa.
Pendiente de tener su luz a tiro,
mi sombra como un arma se bloquea
en un puño de amor, en un suspiro.
El santo corazón no forcejea,
se marcha, espiritual, a su retiro
y triunfa en mí ese mal que la desea.
TADEO
2 comentarios:
Es que semejantes misterios, amigo, pueden rendir a sus pies a cualquier hombre.
Abrazos.
Hola El Éxodo:
Dices bien, los misterios de la mujer, han hecho sucumbir incluso, a los hijos de los dioses, según reza en la Biblia, así que qué vamoa a dejar para los pobres humanos.
Gracias por tu visita y comentario. Un abrazo:
Tadeo
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