VANA
ROSA
Por
dulce, por gentil, por milagrosa,
por su
santa señal, por sus maneras,
las
garras convertidas en tijeras
el
cuello cercenaron de la rosa.
En
cárcel de cristal la dolorosa
difunta
y sus difuntas compañeras
marchitas,
como herejes, en hogueras
rindieron
su existencia tormentosa.
Del fuego de la muerte mal te cuida
el arma que se yergue en tu corteza,
no obstante, aunque a cenizas reducida,
doblegas al metal que te despieza,
pues
más allá del acto de la vida
perdura
en el recuerdo tu belleza.
TADEO
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