Y
MARCHO TAN FELIZ
Yo
que siempre viajé sin rumbo fijo
haciendo
del viajar, de vida un arte
queriendo,
peregrino, en otra parte
hallar el alimento y el cobijo.
Yo que fui del hogar, ausente el hijo
que todos dan por muerto, y por descarte,
olvidan su porción si se reparte
del amor familiar algún alijo.
No sé qué extraña suerte me bendijo
que hoy tengo la intuición por vez primera
de saber a qué sueño me dirijo.
Y marcho tan feliz, quién lo creyera,
a la cruz del amor sin crucifijo,
aun sabiendo la muerte que me espera.
TADEO
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