Aquí fue derramada inútilmente
la sangre de los dioses, y violada
con la humana sentencia de la espada
la omnipotencia celestial ya ausente.
A beber los mortales de la fuente
de la esencia inmortal, ayer sagrada,
partieron los sedientos a la nada
cortando con sus bocas el torrente.
Ya no están dando brillo al mundo, faro
de la luz virginal, ni en los reflejos
del mar de la conciencia, y sin amparo
en busca de refugio, dioses viejos
ingresan en silencio a un mundo raro
que no quiere su amor ni sus consejos.
TADEO
2 comentarios:
La sentencia de la espada no perdona ni a dioses ni a humanos, sólo arrasa a su paso con la vida y con los sueños.
Cuando el hombre se erige en su propio dios, ya no reconoce ni sus límites ni el límite de lo profano.
Excelente soneto, Tadeo, escrito con el icor de los dioses de tu poesía.
Un beso y un placer leerte, querido amigo.
Querida Liliana:
Gracias por dejarte palabras tan bellas. Te lo agradezco mucho. Besitos:
Tadeo
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