MORDIDA
Capricho de tu piel fue la mordida
rabiosa que mi boca penitente
te diera, para luego, diente a diente,
regresar de tu carne, complacida.
Mi boca a tus instintos dieron vida
y a los lobos dormidos de tu mente,
para en ti desatar como un torrente
la lluvia en el desierto de tu herida.
Aullando, con la luna enrabietada,
su tenue luz, por azotarnos, loca,
en el rito ancestral de hacernos nada
y todo al mismo tiempo, siendo poca
distancia entre la luna en tu mirada
y tu cuerpo en el cielo de mi boca.
TADEO
Capricho de tu piel fue la mordida
rabiosa que mi boca penitente
te diera, para luego, diente a diente,
regresar de tu carne, complacida.
Mi boca a tus instintos dieron vida
y a los lobos dormidos de tu mente,
para en ti desatar como un torrente
la lluvia en el desierto de tu herida.
Aullando, con la luna enrabietada,
su tenue luz, por azotarnos, loca,
en el rito ancestral de hacernos nada
y todo al mismo tiempo, siendo poca
distancia entre la luna en tu mirada
y tu cuerpo en el cielo de mi boca.
TADEO
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