
VELETA
Ya no, estas manos, con tu piel perfumo,
si vienes de otro altar y de otra altura
negando la remota arquitectura
del templo que erigimos sobre el humo.
Con esa levedad de fruta, el zumo
sabroso que exprimí de tu cintura,
se vuelve vino amargo, y su amargura
no es apta para darme a su consumo.
Renuente el corazón cuando no place
batir, batir, batir, como contento,
sabiendo de antemano el desenlace.
No empieces a soplarme tu argumento,
que no me sienta bien ni me complace
ser la veleta que se rinde al viento.
Ya no, estas manos, con tu piel perfumo,
si vienes de otro altar y de otra altura
negando la remota arquitectura
del templo que erigimos sobre el humo.
Con esa levedad de fruta, el zumo
sabroso que exprimí de tu cintura,
se vuelve vino amargo, y su amargura
no es apta para darme a su consumo.
Renuente el corazón cuando no place
batir, batir, batir, como contento,
sabiendo de antemano el desenlace.
No empieces a soplarme tu argumento,
que no me sienta bien ni me complace
ser la veleta que se rinde al viento.
TADEO
2 comentarios:
¡Un soneto perfecto! Claro y de ritmo sostenido.
Un abrazo,
Catalina
Hola Catalina:
Muchas gracias por el lindo comentario que me dejas. Besitos:
Tadeo
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