
AMAR ERA UNA FIESTA
Al son de las campanas y la orquesta
cantaba la ciudad enardecida.
¡Con qué delicadeza estaba unida
la risa a los sonidos de la fiesta!
Más lujosa la niña y más modesta
su tierna acompañante, en la florida
glorieta, y las promesas de la vida
debajo de su ropa recién puesta.
De pronto una sonrisa y un segundo
eterno, memorable, misterioso,
en el cual el eterno vagabundo
tan esquivo al delirio y al acoso
del monstruo del amor, buscó tu mundo,
y en tu mundo interior halló reposo.
Al son de las campanas y la orquesta
cantaba la ciudad enardecida.
¡Con qué delicadeza estaba unida
la risa a los sonidos de la fiesta!
Más lujosa la niña y más modesta
su tierna acompañante, en la florida
glorieta, y las promesas de la vida
debajo de su ropa recién puesta.
De pronto una sonrisa y un segundo
eterno, memorable, misterioso,
en el cual el eterno vagabundo
tan esquivo al delirio y al acoso
del monstruo del amor, buscó tu mundo,
y en tu mundo interior halló reposo.
TADEO
4 comentarios:
Qué bello soneto, Tadeo. Amar siempre tendría que ser una fiesta (lástima la resaca).
Un beso grande.
Hola Raquel.
Dices bien. Siempre es un placer tenerte por mis versos. Besitos:
Tadeo
La fiesta entre pieles y aromas...
besos!!!
Querida Cynthia:
Muchas gracias por dejarme siempre tu hermoso comentario. Besitos:
Tadeo
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