EN VANO FUI
LA LLUVIA
No estaba en
nuestro surco la semilla,
en vano fui
la lluvia amontonada
regando con
fervor la equivocada
y estéril residencia
de la arcilla.
De pie junto
al sembrado, en una orilla,
plural en mi
esperanza roturada,
estaba yo
pendiente de la nada
como Adán
aferrado a su costilla.
Poniendo como
Dios, la otra mejilla,
de cara al
sol estuve inútilmente
sin doblar ni
un instante la rodilla.
Y el árbol de
tu cuerpo y de tu mente
jamás parió,
frutal, su maravilla,
por no estar
bajo tierra la cimiente.
TADEO
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