AGUACERO
Llover o no
llover, incertidumbre
del agua que
al incendio lo castiga,
y deja sin
arder, en su fatiga,
al leño
custodiado por la lumbre.
Pensando en
tus amores hacer cumbre
escalo por tu
cuerpo, con la intriga
de ver si
este aguacero, o me fustiga,
o deja en mí
la paz de la costumbre.
Y luego de la
lluvia, convertido
en polvo de
ceniza, en humo fuerte,
me duermo en
un rincón de tu latido.
No importa
que algún chorro me despierte.
De tanto
chaparrón anduve herido,
que si
empieza a llover, será una suerte.
TADEO
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