ÚLTIMA
CENA
Cuando
al centro regreso de la bruma,
en
la casa encantada que tutela,
la
mano milagrosa de la abuela
retuerce
un cuello largo y lo despluma.
En
balde guarda el agua, que se esfuma
en
forma de vapor y al cielo vuela,
y
ablandando al difunto en la cazuela
espera
a que la leña se consuma.
La
anciana, del cocido en plena danza
una
pizca le echó de lo siniestro,
al
plato de la vida en su balanza.
En
noche de rosario y Padre Nuestro,
colocando
en la muerte su esperanza,
subió
a la cena eterna del Maestro.
TADEO
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