NIGROMANTE
Era
cierto lo que gritó el anciano
lanzando
el vaticinio de mi suerte,
y
luego, sus palabras, tras su muerte,
quedaron
en el limbo de lo arcano.
La
líneas misteriosas de mi mano,
tan negras
que la vida no se advierte,
provocó
al nigromante un llanto fuerte
y un
gesto entre diabólico y cristiano.
Puntual,
hoy que el destino se presenta,
y
soy de sus ardides el sujeto
la
voz que alguna vez sentí violenta
y
una falta evidente de respeto
ha
sido, aunque tardara en darme cuenta,
de
toda mi existencia el fiel libreto.
TADEO
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