ADIVINOS
Contando
cada noche tus lunares
hurgaba
en la ecuación de los destinos
y
ciegos, en mis ojos sibilinos,
tus
ojos con la esencia de los mares.
Dos
nones siempre y nunca un par de pares
con
bolas de cristal, como adivinos,
brindándole
a la ausencia de caminos
sonrisas
para juegos malabares.
Ni cartas
del Tarot ni I Ching, ni runas,
ni la
más acertada astrología,
pudieron
evitar que nuestras lunas
entraran
en conflicto, en rebeldía,
haciendo
totalmente inoportunas
tus ganas
conjuradas con las mías.
TADEO
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