EL
ROSTRO DEL MAÑANA
El
rostro del mañana poco importa.
Pirata
es el destino y cada día
la negra
carabela en mar sombría,
como
a un saco de huesos nos deporta.
El
barco de la vida eterna corta
la
estancia en cada puerto, y su estadía
se
vuelve en soledad o en compañía,
un
viaje que al abismo nos transporta.
Bendito
el que disfruta y nos exhorta
a hablar de la insondable fantasía
destilando
el amor en su retorta.
Y en
medio de la humana algarabía
al
ver que como un niño se comporta,
la
muerte encuentra a Dios en su alegría.
TADEO
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