LA MONJA
Ella que es fuego en su interior, afuera
permanece dormida, gris, ausente,
tal parece, delante de la gente,
que el miedo a despertar la consumiera.
Tras su negra y difunta cabellera,
oscuro, el laberinto de su mente
asusta, y su mirada intermitente
lo mismo muestra un ángel que una fiera.
Una muerta viviente, casi viuda,
se encamina a la iglesia en esta hora
en que el diablo a los dioses pide ayuda.
Ella dice que Cristo la enamora,
que sólo en su presencia se desnuda
y la mano le tiende cuando llora.
TADEO
1 comentario:
Este poema...me alcanza
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