lunes, 27 de febrero de 2012

LA MONJA


LA MONJA

Ella que es fuego en su interior, afuera
permanece dormida, gris, ausente,
tal parece, delante de la gente,
que el miedo a despertar la consumiera.

Tras su negra y difunta cabellera,
oscuro, el laberinto de su mente
asusta, y su mirada intermitente
lo mismo muestra un ángel que una fiera.

Una muerta viviente, casi viuda,
se encamina a la iglesia en esta hora
en que el diablo a los dioses pide ayuda.

Ella dice que Cristo la enamora,
que sólo en su presencia se desnuda
y la mano le tiende cuando llora.

TADEO

1 comentario:

Casi invisible dijo...

Este poema...me alcanza