Muerte, se mira, pero no se toca.
Has vuelto de esos raros universos
y todas las palabras y los versos
de tristes se me pudren en la boca.
Has vuelto, a reducir la anciana roca
en rostros diminutos y diversos
y vagan en el viento, cual dispersos
granos de polvo, de mirada loca.
Si así trataste al monte, qué nos queda
abierta ya la puerta al sacrificio,
qué cara o cruz me salva, qué moneda
al aire he de lanzar para un resquicio
abrir, y que la Parca me conceda
sacarte de la mente el santo oficio.
TADEO
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