OLVIDO
En la prisión de su memoria breve
se niega a confesar y se da el lujo
de encerrar en la cárcel del dibujo
un rostro que a pintarlo no se atreve.
Si alguno su pincel de amor le mueve
y nace en el color el dulce influjo
del trazo que hace un siglo la sedujo,
se expone a la tortura de la nieve.
El miedo en su paleta ha florecido
y está su corazón enfermo, grave,
las rosas diseñando del olvido.
Su conciencia de piedra, su piel suave,
al recuerdo le niegan su cumplido,
hasta nunca, hasta ayer, hasta quién sabe.
TADEO
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