Jugando a ser
el noble caballero
que salva del
dragón a la princesa
firmaste con
tus labios la promesa
de darme amor
eterno y verdadero.
Hiriendo al
animal la cruz de acero,
ese doble de
Dios que por sorpresa
la carne del
maligno la atraviesa,
abrió en su
corazón un agujero.
Después de
consumido el cuarto intento
la bestia
halló de muerte su condena
y el héroe
ensangrentado y sin aliento
que tu vida
libró de toda pena,
ha visto a
una mujer volverse viento
dejando en mi
ilusión un mar de arena.
TADEO
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