FUEGO MALDITO
Muchacha que
mirabas tu herida ante el espejo
distante de
los dioses, y con el infinito
abierto ante
tus manos, y presa del delito
de descruzar
las piernas al oficio más viejo.
Muchacha que
en lo oscuro, gozabas el cortejo
de los dedos
trepando sobre el corcel del grito,
y gimiendo a
lo eterno por el fuego maldito
brindabas
nuevas aguas a su calor añejo.
Hirviente,
delirante, imberbe en los placeres,
muchacha que
te estrellas del placer contra el muro
¿qué testigo
en la sombra te salva cuando mueres?
¿qué
martirio, qué empuje, qué cálido conjuro
coloca,
misterioso, la mordida que infieres
en los labios
sedientos de tu fruto maduro?
TADEO